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es de una temeridad temerosa... dónde irán esos...

Peregrinaron por el mundo predicando una nueva religión

uno fue a Alcorcón, otro a Vladivostok

otro cayó por una alcantarilla en Tijuana,
otro fugose con una azafata de motogp,

Y sin llegar a conocerse, cosas de la vida...

el cuarto se fue con el quinto a la legión francesa, de la que les echaron por no dar la talla

Llegarían tarde... otra vez será...

Otro vio Blancanieves y reconoció a un pariente lejano

y el séptimo, como no tenía ni oficio ni beneficio, ni por no saber no sabía ni hablar, aprendió a usar autotune y se hizo cantante de regeton. Las malas lenguas dicen que se hacía llamar conejo malo, porque no era bueno en nada y cabía en una cazuela.

En el hospital, se quedaron solos y tristes, les echaban de menos

salvo el enfermero de la tarde. Acabó tan harto, que decidió pedirse un mes de permiso, montarse en su vieja vstom y salir a recorrer lo que le diera tiempo en ese mes.

Cuando se largó, a la semana estaba escoltando monjas en sidecar; a los veinte días, perdió al ajedrez contra una cabra. Volvió con barba, quesos raros y una paz inquietante.

se le había acabado el dinero, sin llegar a la india para autodescubrirse. Algo normal, sabiendo lo poco que pagan a nuestros sanitarios. El pobre volvió a su vida rutinaria, escapandose cuando podía con la moto.

Un día no volvió. La moto apareció en un descampado, apoyada con cuidado. Ni una nota. Solo el casco, sobre el asiento, mirando al horizonte.

Estaba detrás de unos arbustos, agachado, concentrado, oteando los alrededores para ver si encontraba un trozo de papel o una piedra lisa

Encontró una chapa oxidada con una palabra apenas legible: vuelve.
Se la guardó sin pensar y siguió caminando.

un aldeano, se encontró la moto, y se quedó pensativo mirándola sin saber que hacer

Le recordaba sus éxitos de joven, las competiciones, sus ligues, el frio, la lluvia

Después de eso, nuestro protagonista volvió a la moto y se encontró al aldeano, tuvieron una larga conversación.